El ser humano como ser vivo se mueve gracias a su esqueleto, formado por los huesos que se desplazan desde las articulaciones.
Las articulaciones o lugar donde contactan dos huesos, permiten la soltura corporal y la movilidad.
Los huesos son movidos por los músculos. El ser humano es un ser “articulado”, en el mejor de los sentidos de la palabra y gracias a las articulaciones se puede mover. Si los huesos fueran rígidos en su forma y en su unión estaríamos “plantados en el suelo”. Quizás la articulación sea uno de los saltos evolutivos más importantes en el paso de la planta al animal. Los animales y el ser humano, permaneciendo aún en contacto con la tierra, se mueven por sus articulaciones.
Los niños se mueven con ligereza, en sus huesos y articulaciones hay elasticidad y los músculos están relajados. En las personas mayores las malas posturas corporales, las contracciones o tensiones musculares, el exceso de peso, la vida sedentaria; provocan trastornos en las articulaciones.
Las contracciones o bloqueos musculares son muchas veces consecuencia de problemas o tensiones psicológicas (ansiedad, angustia, miedo, rabia reprimida,...). La rigidez mental se transmite a una rigidez física, como bien lo estudió Wilhem Reich, tan conocido como marginado psicoanalista e innovador en el campo de la psicosomática y la relación cuerpomente. El llamó coraza muscular a los bloqueos musculares consecuencia de la falta de contacto y amor humano y las represiones psicológicas que vivimos desde niños.
Un niño que vive protegido, amado y sin represiones psicológicas en el campo de las relaciones humanas, en su sexualidad y capacidad de expresarse ,es un niño suelto, espontáneo y abierto. En cualquier movimiento se expande hacia fuera, sin miedo, crece. Por el contrario un niño sin amor, sin protección es un “animal humano” indefenso, asustado, que se aísla cerrándose hacia dentro, contrayendo el cuerpo, en un intento de defenderse del mundo hostil y frío (emocionalmente hablando). Un niño que se siente amenazado cierra el cuerpo, se contrae, corta la respiración, esconde la cabeza en los hombros, y si la amenaza sufrida es grave intenta no tener contacto con el mundo e incluso aparece un gran retraso en su crecimiento, se niega a crecer. El niño maltratado, siendo mucho peor , entre otras cosas por ser menos visible, el maltrato psíquico que el físico, se defiende con su rigidez corporal que se manifiesta en dos formas importantes: el miedo y la rabia destructiva, más o menos reprimida esta última.
En el adulto, la rigidez muscular es igualmente un síntoma de defensa ante el mundo. Las personas con graves problemas psíquicos tienen una grave también falta de movilidad. Con frecuencia ellas mismas se ponen una “camisa de fuerza” (acorazamiento según Reich) invisible que les impide toda movilidad espontánea. Los músculos contraídos como defensa ante el mundo vivido como agresivo, tanto en el niño como en el adulto, “atan” las articulaciones , disminuyendo la capacidad de movimiento, favoreciendo así la aparición de inflamaciones y rigideces articulares . Este factor, añadido a otros que iremos viendo, dan lugar a los trastornos reumáticos, al reuma.
Roberto Russo
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